Si sí, hoy os recomiendo una tarta
Sencilla y muy exquisita para postre de Navidad.
Sencilla y muy exquisita para postre de Navidad.
Cuando llegaban estas fiestas, por todos
lados se veían humeando las chimeneas porque había entrado el frio invierno;
Antes no era común ver casas decoradas con
luces por fuera en Navidad, ni árboles de navidad por ningún lado, como mucho
en los soportales de algún ayuntamiento o en el corte inglés.
Los niñ@s poníamos el nacimiento con las
clásicas figuritas del belén, que visitaban vecinos y familiares. Era un lujo
que no tod@s teníamos.
Aquí, en España, teníamos los Reyes Magos,
que se iban acercando poco a poco al Portal de Belén, desde el 24 que nace el
niño hasta el día 6 de enero que era cuando nos traían regalitos.
Poca cosa: un
libro, un pijama, un puñado de caramelos, el que más le traían una muñeca, o un
coche para jugar, y los más ricos una bicicleta.
Hoy en día “lo raro” es NO encontrar árboles
y luces por todos lados, para deleite de los más pequeños, incluso desde
finales de Noviembre (qué barbaridad, cualquier día van a ponerlas a la vuelta
de las vacaciones de verano) Cuando yo era pequeña, hasta que no llegaba el
frío intenso no se oía hablar de lo cerca que estaba ya la Navidad.
Hoy ya no hace frío, algún día esporádico,
pero frío frío ya no hace en casi ningún pueblo o ciudad.
Puede ser por el cambio climático o por culpa
de tantas luces por todos lados, demasiado tráfico y calefacciones. Qué sé yo.
Esto es lo que yo recuerdo del frío que hacía
antes por Navidad, visto desde los ojos de una niña:
Aroma a tierra helada desde que te
despertabas; días muy cortos y muy fríos, normalmente con una niebla densa que
hacia si cabe más sensación de frio; los carámbanos colgando de muchos aleros
ya que llevaba días helando; los charcos de las calles que estaban sin asfaltar
congelados; de vez en cuando nieve (aunque por estas latitudes, lo que vemos en
las películas de blanca navidad era bastante difícil); lluvia que a la mínima
se congelaba y de nuevo hielo con el peligro que esto tenía al salir a la calle
“aunque era el disfrute de los niños ya que nos deslizábamos por las aceras corriendo,
haciendo patinaje”;
Recuerdo cuando estábamos en la finca, ir al
campo a por leña; los pies congelados en las botas de agua y los dedos que ni
los sentías.
Estoy hablando de cuando en casi ninguna casa
de pueblo se tenía calefacción; los más privilegiados tenían una chimenea o
una estufa de leña casi siempre en la sala principal o en la cocina, pero en el
resto de la casa hacía un frío “que frioooooo” y no veas cuando tenías que
alejarte del confort del fuego, ufffffffffff menudo fastidio, tiritando a por más
leña para echar al fuego “lo que siempre decía mi madre: pies calientes y culo
frío” jejejejeje.
El olor como de humedad que tenían las
habitaciones de las casas de pueblo.
¿A ver quién era el valiente que se desnudaba
para ponerse el pijama? Echábamos carreras a ver quién lo hacía antes y cuándo
te metías dentro de la cama y sentías como si estuviera aun húmeda ¿de lo fría
que estaba? ¿Quién recuerda tener que salir al patio, uno de estos días de
frío, lluvia o hielo para poder ir al baño a hacer nuestras necesidades?
O ¿Quién recuerda ir a por agua para asearse
o beber al pozo o a la fuente más cercana y encontrarse con que estaba helada?
Hasta de muy muy pequeña, recuerdo ir al río
o al lavadero municipal a lavar la ropa, porque no había lavadoras.
¿Quién se acuerda de aquellas tardes de
pequeñ@s, que a las 5’30 de la tarde ya era de noche y se encendían los pocos
faroles que había en las calles, que daba hasta miedo salir con esa luz tenue?
¿Quién recuerda la ropa que nos poníamos para
combatir el frío? Jejejej como cebollas íbamos al colegio, que por cierto,
tampoco tenía calefacción. Capas y más capas de ropa: camiseta interior de
manga larga “las blancas, las de toda la vida de algodón”; camisa o jersey de
cuello alto y luego otro jersey de pico encima; chaqueta de punto “sí, esas que
con tanto cariño nos hacían las madres o abuelas, con rombos” y abrigo de paño
“tipo trenca” que nos cortaba el frío más profundo; y unos buenos calcetines o
leotardos debajo del pantalón o la falda.
Los pobres niños la mayoría llevaban pantalón
corto “dios mío, pantalón corto en invierno” ufff. Pero ¿sabéis una cosa? Esto
no nos impedía para nada salir a jugar a la calle en cualquier época del año. Estábamos deseando
que llegaran las vacaciones de Navidad para disfrutar en la calle. Yo No
recuerdo tener frío jugando….IRÓNICAMENTE HABLANDO: tampoco recuerdo haberme
aburrido nunca…..
Quizás es algo que más añoro de mi infancia,
los grupos de niñ@s corriendo en la calle sin problemas, no había ni un tercio
de peligro de lo que hay hoy en nuestra era moderna, por supuesto que casi no
habían coches por las calles, etc...
Lo bien que lo pasábamos en la calle.
Esto es algo que quien no haya vivido o
pasado temporadas en un pueblo, o en un pequeño barrio de las afueras de la
ciudad no lo conoce.
¿Qué pensáis que no ha cambiado tanto?
A ver: vallas donde vallas, hoy en día se
tiene calefacción en todos los sitios: en el médico; en todas las tiendas y
centros comerciales; en el colegio; incluso en la iglesia; etc…
Tod@s tenemos buenos abrigos; ropas más o menos
térmicas; agua corriente en todos los hogares; cuartos de baño dentro de todas
las casas y luz eléctrica, etc…
Hay cualquier alimento en cualquier fecha,
carnes, pescados, lácteos, aunque sea una fruta o verdura de verano es fácil
encontrarlo en invierno, bien de invernaderos, bien traído de tierras lejanas.
Si se quería comer tomate en invierno, no
quedaba otra que usar la conserva de tomate; si se quería comer fresas, no
había más remedio que esperar al principio del verano.
Igualmente con las verduras
de temporada. Encontrar zanahorias en invierno no era posible si no las
mantenías guardadas en un cajón de arena, en un cuarto oscuro desde el verano
que se habían recolectado.
Pues anda que no ha cambiado el cuento, en
muchas cosas para mejor, más accesibilidad para alimentos y muchas mejoras en
los hogares,
aunque en esta era moderna de consumismo, tenemos que aprender de
los mayores y cambiar el chip, o nos quedaremos sin planeta en menos de 40
años.
No digo que tengamos que volver a los años 50/70, pero sí que hay que
apreciar todas las mejoras y no despilfarrar recursos.
Claro que después de recordar esto, sigo
pensando que ahora ya no hace frío o por lo menos, lo podemos sobrellevar con
mucha más facilidad que antes y no es por la edad, que esa también está
subiendo, jejeje.
La ropa que podemos comprar es mejor; han
inventado tejidos más térmicos y con menos peso, en ningún sitio al que vallas
hace ese frío húmedo que se te metía en los huesos y que con nada se te
quitaba.
Yo recuerdo semanas enteras lloviendo, pero
mucho mucho; se hacían ríos en las calles; ahora raro es tres días seguidos
lloviendo, es más fácil incluso llegar “como en estos últimos años” que hemos
pasado el día de Navidad con 20º y un día soleado.
Ahora esto se ve como algo extraordinario,
cuando se decide a llover, llueve todo de golpe, dejando la tierra devastada.
Le vamos a añadir a todas las diferencias que
veo, entre los años de mi niñez a los de ahora que éramos mucho más sanos “qué
me perdonen los modernos, ahora hay cientos de medicinas, pero antes
enfermábamos mucho menos”
Y no solo por la buena alimentación, esa
alimentación que ahora se ha puesto de nuevo de moda “la ecológica, la natural”
alimentos criados en nuestro huerto y recolectados en su momento óptimo de maduración,
animales criados en casa, sin antibióticos ni hormonas de crecimiento y
engorde, etc…. sino porque pienso que estábamos inmunizados de casi todo por la
forma de vivir, sin tantos ingredientes químicos ni tanto plástico.
Entrecierro los ojos y recuerdo los bizcochos
gordos y esponjosos que más de una tarde de invierno comíamos para merendar,
junto a un tazón de leche templada y algún que otro domingo enriquecido con
rico chocolate a la taza.
Y quien no añora los gigantescos bocadillos
de lo que fuera: chorizo, salchichón, tortilla, mantequilla de sabores, una
onza de chocolate, etc…
Por todo esto, aún hay quien a día de hoy con
los “grandes lujos” que todos tenemos, se queja de frío nada más despuntar el
invierno
Y digo yo: ¿Qué quieren que haga en Navidad?
Pues lo que toca: frío.
Esta receta de tarta de zanahoria difiere de
las que circulan hoy en día por internet.
Las de antes eran más sencillas, con
ingredientes comunes, para mi gusto las de ahora tienen demasiada azúcar;
yo
realmente le he hecho solo un pequeño cambio a la que tengo en mi cuaderno
desde 1985/6.
Receta copiada de una revista de patrones en
aquellos años (no recuerdo exactamente de cuál de ellas) que tanto usábamos
quienes estábamos aprendiendo corte y confección y que nos enseñaban modernos
diseños y también traían decoración y trucos, junto a varias recetas para las
fiestas.
El pequeño cambio es porque en la receta
original usaban mantequilla, buttermilk y azúcar rubia o mascabado.
Yo la adapté en su día para hacerla con
aceite de oliva, nata cortada con zumo de limón y azúcar de caña integral y
creo que fue un acierto, más ligera y sana.
Creo que la textura y el suave sabor la hacen
una tarta ideal para cualquier fiesta, ya sea Navidad o para regalar en un cumpleaños.
En ésta ocasión, os traigo muy poquitas
fotos, no sé si por despiste o qué, el álbum donde estaban las fotos de los
ingredientes y del paso a paso desapareció por arte de magia antes de poder
hacer copia, algo habré tocado en el teléfono que me ha desaparecido esto y
casi todas las conversaciones de wasap. Ufff. Como es tan sencilla de hacer, el día que la repita volveré a sacarle fotos y os las pongo. PROMETIDO.
Ingredientes para el bizcocho de zanahoria:
-300g de zanahoria lavada y rallada
-200ml de aceite de oliva suave
-3 huevos
-120ml de nata de cocinar
-un chorrito de zumo de limón para cortar la
nata y activar el bicarbonato
-125g de azúcar moreno integral.
-120g de harina de trigo integral
-150g de harina de fuerza.
-una pizca de sal.
-dos cucharaditas de bicarbonato o de levadura
química tipo royal.
-una cucharadita de especias: una pizca de
canela molida, una pizca de nuez moscada rallada y una pizca de jengibre
rallado.
La tarta original no lleva relleno de
frosting por el centro, solo un poco de queso batido por encima, por eso queda
suave y nada empalagoso.
Ingredientes del frosting:
-200g de queso cremoso, puede ser requesón
batido, mascarpone, o queso de untar, el que tengáis, pero a temperatura
ambiente, no frío.
-una cucharadita de vainilla.
-zumo y ralladura de 1\2 limón.
-50/70g de azúcar glas molido (probar para
que no quede muy dulce, dependiendo del queso que uséis y de lo acido del
limón, necesitareis un poco más o menos de azúcar).
Como hacer:
Primero se echa el limón en la nata, se
remueve un poco y se deja descansar unos 10 minutos para que se espese.
Precalentar el horno a 200º, calor arriba y
abajo, sin aire.
Tamizar la harina de fuerza junto a las
especias y el bicarbonato. Poner en un bol grande.
Añadir el azúcar integral, la harina
integral, la sal y remover bien. Normalmente esta harina no se tamiza para no
quitar el salvado natural del trigo y el azúcar moreno integral es más gordito
y le cuesta pasar por un tamiz, igual que a la sal, por eso se añaden después,
pero hay que mezclarlo todo muy bien antes de usar.
Batir los huevos bien, no hace falta
montarlos, solo que estén bien batidos.
Se le añade poco a poco el aceite y la nata
con el limón, mezclar todo muy bien con las varillas manuales.
Tendremos las zanahorias lavadas, pesadas y
ralladas finamente en un plato, para añadir enseguida justo antes de meter al
horno.
Engrasar con una servilleta y un poco de
aceite un molde, en esta ocasión he usado uno cuadrado de 20cm, para 9 raciones
muy generosas, jejeje, que está tan rico y no es nada pesado que bien se merece
una buena porción.
Espolvorear bien de harina y si queréis, poner
un poco de papel en la base para que no se pegue y luego sea fácil sacar del
molde la tarta.
Cuando tengamos el horno caliente, unimos
poco a poco los ingredientes secos con los húmedos.
Hay que mezclarlo bien, echar la zanahoria
rallada y remover para que se reparta bien por toda la masa.
Enseguida se echa en el molde y se mete al
horno, ya que empieza rápido a hacer reacción el bicarbonato con el ácido de la
nata cortada.
Poner en el centro del horno, bajar la
temperatura a 180º y hornear durante 40 minutos aproximadamente.
Cada un@ conoce su horno, así que a partir de
los 35 minutos hay que vigilar que no se dore en exceso para que no se quede
duro.
Pinchar con un palillo en el centro para
comprobar que está hecho.
Se saca del horno y se pone sobre una rejilla
5 minutos.
En caliente, se coloca con molde y todo, boca
abajo en la misma rejilla, hasta que se enfríe por completo.
El frosting se hace con el queso a
temperatura ambiente, para que sea más fácil de mezclar.
Se ponen todos los ingredientes juntos en un
bol y con ayuda de un tenedor se mezclan bien.
Desmoldar la tarta y disponer sobre la
bandeja de servir.
Se extiende a placer por encima la crema de
queso, decorar al gusto. Es sencilla pero exquisita.
Hay que dejarla en frío al menos unas horas
antes de comer.
Aguanta perfecta hasta 3 días, incluso está más rica con el
paso de las horas.
Os aseguro que cuando la probéis, no vais a
querer otra.
Buen Provecho.
*Querida amiga Marisa. Esta es la entrada que te comenté hace días que aun viviendo en diferentes pueblos y con algunos años de diferencia, parece que estuviéramos juntas por los recuerdos, jejejej.
Por si no me da tiempo a poner otra receta antes de Navidad, Felices Fiestas para tod@s.
Una historia muy emotiva, junto a tarta deliciosa.
ResponderEliminarMuchas gracias preciosa, no es más que la verdad de lo que sentíamos de pequeños. Un beso grande
ResponderEliminarQuerida Pilar, sin haber llegado al final en el que me nombras, he estado leyendo mi infancia y adolescencia en invierno Aunque yo no soy de una zona tan fría, también coincido en la mayoría de las cosas que nos relatas, como ya sabías al escribir el final de la entrada. Me gustaría poder volver a aquellos tiempos porque eramos más sanos y yo creo que más felices que los niños de hoy en día. Has dibujado con palabras el frío tanto de la calle, como en casa. En la mía, hacía un frío que pelaba y sólo teníamos una estufa, no sé si había dos de butano y unas manteletas de ganchillo y peucos de lana hechos con todo el cariño. Como soy de zona de mantas y mi tía trabajaba en Paduana, teníamos en la cama dos o tres y nos tapábamos hasta las orejas. Para mi, lo mejor las vacaciones, comidas y cenas en familia, ahora con la situación, nada es ni parecido. Y lo más preciado, los Reyes Magos. Mi padre iba hasta Ibi, zona de juguetes y en el 600 traía juguetes. En eso, fuimos muy privilegiadas. Con las pocas estrenas (no sé si sabes que era un poco de dinero que en Nochebuena daban los abuelos) yo compraba un cuento a mis hermanas cuando ya supe la verdad.
ResponderEliminarA pesar de los problemas, que siempre los había, la Navidad era Navidad a lo grande sin consumismo y excesos innecesarios. La comida, la que se podía con todo lo tradicional que nos gustaba tanto.
Esta tarta es una maravilla y mucho más sana. Ver el corte en Facebook ya me atrajo, ahora, me encanta.
Te deseo lo mejor para estos días y el próximo Año que empieza.
Acabo de ver que has colgado un enlace para invitar a la donación. Me has emocionado. Mil gracias.
Besos.
Ya te lo dije cuando leí tu entrada. Que parece que entre nosotras hay una gran conexión, parece que estábamos predestinadas a conocernos. Aquí ése pequeño aguinaldo nos lo daban padres, padrinos y tíos más cercanos, previo obligado villancico cantado hasta el final delante del belén de cada casa. Por supuesto que hay que regalar con el corazón, un poco de cada uno puede cambiar mucho para quienes menos tienen. Yo también te deseo una Navidad feliz junto a tú hijo. Estoy terminando otra receta a ver si me da el tiempo para ponerla antes de las fiestas, ya que es tradicional. 😍😘
EliminarFeliz Año Pilar , que veas tus ilusiones y proyectos cumplidos😘
ResponderEliminarQuerida Katy, perdona por no contestar antes pero se me pasó tu comentario. Feliz año también para tí y los tuyos. Un abrazo muy fuerte. Gracias por pasarte por aquí. Muakkkkk
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