miércoles, 18 de diciembre de 2019

Tarta de Zanahoria para Navidad y una historia..






 Si sí, hoy os recomiendo una tarta 
 Sencilla y muy exquisita para postre de Navidad.

Cuando llegaban estas fiestas, por todos lados se veían humeando las chimeneas porque había entrado el frio invierno;
Antes no era común ver casas decoradas con luces por fuera en Navidad, ni árboles de navidad por ningún lado, como mucho en los soportales de algún ayuntamiento o en el corte inglés.
Los niñ@s poníamos el nacimiento con las clásicas figuritas del belén, que visitaban vecinos y familiares. Era un lujo que no tod@s teníamos.
Aquí, en España, teníamos los Reyes Magos, que se iban acercando poco a poco al Portal de Belén, desde el 24 que nace el niño hasta el día 6 de enero que era cuando nos traían regalitos. 
Poca cosa: un libro, un pijama, un puñado de caramelos, el que más le traían una muñeca, o un coche para jugar, y los más ricos una bicicleta.
Hoy en día “lo raro” es NO encontrar árboles y luces por todos lados, para deleite de los más pequeños, incluso desde finales de Noviembre (qué barbaridad, cualquier día van a ponerlas a la vuelta de las vacaciones de verano) Cuando yo era pequeña, hasta que no llegaba el frío intenso no se oía hablar de lo cerca que estaba ya la Navidad.
Hoy ya no hace frío, algún día esporádico, pero frío frío ya no hace en casi ningún pueblo o ciudad.
Puede ser por el cambio climático o por culpa de tantas luces por todos lados, demasiado tráfico y calefacciones. Qué sé yo.
Esto es lo que yo recuerdo del frío que hacía antes por Navidad, visto desde los ojos de una niña:
Aroma a tierra helada desde que te despertabas; días muy cortos y muy fríos, normalmente con una niebla densa que hacia si cabe más sensación de frio; los carámbanos colgando de muchos aleros ya que llevaba días helando; los charcos de las calles que estaban sin asfaltar congelados; de vez en cuando nieve (aunque por estas latitudes, lo que vemos en las películas de blanca navidad era bastante difícil); lluvia que a la mínima se congelaba y de nuevo hielo con el peligro que esto tenía al salir a la calle “aunque era el disfrute de los niños ya que nos deslizábamos por las aceras corriendo, haciendo patinaje”;
Recuerdo cuando estábamos en la finca, ir al campo a por leña; los pies congelados en las botas de agua y los dedos que ni los sentías.
Estoy hablando de cuando en casi ninguna casa de pueblo se tenía calefacción; los más privilegiados tenían una chimenea o una estufa de leña casi siempre en la sala principal o en la cocina, pero en el resto de la casa hacía un frío “que frioooooo” y no veas cuando tenías que alejarte del confort del fuego, ufffffffffff menudo fastidio, tiritando a por más leña para echar al fuego “lo que siempre decía mi madre: pies calientes y culo frío” jejejejeje.
El olor como de humedad que tenían las habitaciones de las casas de pueblo.
¿A ver quién era el valiente que se desnudaba para ponerse el pijama? Echábamos carreras a ver quién lo hacía antes y cuándo te metías dentro de la cama y sentías como si estuviera aun húmeda ¿de lo fría que estaba? ¿Quién recuerda tener que salir al patio, uno de estos días de frío, lluvia o hielo para poder ir al baño a hacer nuestras necesidades?
O ¿Quién recuerda ir a por agua para asearse o beber al pozo o a la fuente más cercana y encontrarse con que estaba helada?
Hasta de muy muy pequeña, recuerdo ir al río o al lavadero municipal a lavar la ropa, porque no había lavadoras.
¿Quién se acuerda de aquellas tardes de pequeñ@s, que a las 5’30 de la tarde ya era de noche y se encendían los pocos faroles que había en las calles, que daba hasta miedo salir con esa luz tenue?
¿Quién recuerda la ropa que nos poníamos para combatir el frío? Jejejej como cebollas íbamos al colegio, que por cierto, tampoco tenía calefacción. Capas y más capas de ropa: camiseta interior de manga larga “las blancas, las de toda la vida de algodón”; camisa o jersey de cuello alto y luego otro jersey de pico encima; chaqueta de punto “sí, esas que con tanto cariño nos hacían las madres o abuelas, con rombos” y abrigo de paño “tipo trenca” que nos cortaba el frío más profundo; y unos buenos calcetines o leotardos debajo del pantalón o la falda.
Los pobres niños la mayoría llevaban pantalón corto “dios mío, pantalón corto en invierno” ufff. Pero ¿sabéis una cosa? Esto no nos impedía para nada salir a jugar a la calle  en cualquier época del año. Estábamos deseando que llegaran las vacaciones de Navidad para disfrutar en la calle. Yo No recuerdo tener frío jugando….IRÓNICAMENTE HABLANDO: tampoco recuerdo haberme aburrido nunca…..                                               
Quizás es algo que más añoro de mi infancia, los grupos de niñ@s corriendo en la calle sin problemas, no había ni un tercio de peligro de lo que hay hoy en nuestra era moderna, por supuesto que casi no habían coches por las calles, etc...
Lo bien que lo pasábamos en la calle.
Esto es algo que quien no haya vivido o pasado temporadas en un pueblo, o en un pequeño barrio de las afueras de la ciudad no lo conoce.
¿Qué pensáis que no ha cambiado tanto?
A ver: vallas donde vallas, hoy en día se tiene calefacción en todos los sitios: en el médico; en todas las tiendas y centros comerciales; en el colegio; incluso en la iglesia; etc…
Tod@s tenemos buenos abrigos; ropas más o menos térmicas; agua corriente en todos los hogares; cuartos de baño dentro de todas las casas y luz eléctrica, etc…
Hay cualquier alimento en cualquier fecha, carnes, pescados, lácteos, aunque sea una fruta o verdura de verano es fácil encontrarlo en invierno, bien de invernaderos, bien traído de tierras lejanas.
Si se quería comer tomate en invierno, no quedaba otra que usar la conserva de tomate; si se quería comer fresas, no había más remedio que esperar al principio del verano. 
Igualmente con las verduras de temporada. Encontrar zanahorias en invierno no era posible si no las mantenías guardadas en un cajón de arena, en un cuarto oscuro desde el verano que se habían recolectado.
Pues anda que no ha cambiado el cuento, en muchas cosas para mejor, más accesibilidad para alimentos y muchas mejoras en los hogares, 
aunque en esta era moderna de consumismo, tenemos que aprender de los mayores y cambiar el chip, o nos quedaremos sin planeta en menos de 40 años.
 No digo que tengamos que volver a los años 50/70, pero sí que hay que apreciar todas las mejoras y no despilfarrar recursos.

Claro que después de recordar esto, sigo pensando que ahora ya no hace frío o por lo menos, lo podemos sobrellevar con mucha más facilidad que antes y no es por la edad, que esa también está subiendo, jejeje.
La ropa que podemos comprar es mejor; han inventado tejidos más térmicos y con menos peso, en ningún sitio al que vallas hace ese frío húmedo que se te metía en los huesos y que con nada se te quitaba.
Yo recuerdo semanas enteras lloviendo, pero mucho mucho; se hacían ríos en las calles; ahora raro es tres días seguidos lloviendo, es más fácil incluso llegar “como en estos últimos años” que hemos pasado el día de Navidad con 20º y un día soleado.
Ahora esto se ve como algo extraordinario, cuando se decide a llover, llueve todo de golpe, dejando la tierra devastada.
Le vamos a añadir a todas las diferencias que veo, entre los años de mi niñez a los de ahora que éramos mucho más sanos “qué me perdonen los modernos, ahora hay cientos de medicinas, pero antes enfermábamos mucho menos”
Y no solo por la buena alimentación, esa alimentación que ahora se ha puesto de nuevo de moda “la ecológica, la natural” alimentos criados en nuestro huerto y recolectados en su momento óptimo de maduración, animales criados en casa, sin antibióticos ni hormonas de crecimiento y engorde, etc…. sino porque pienso que estábamos inmunizados de casi todo por la forma de vivir, sin tantos ingredientes químicos ni tanto plástico.
Entrecierro los ojos y recuerdo los bizcochos gordos y esponjosos que más de una tarde de invierno comíamos para merendar, junto a un tazón de leche templada y algún que otro domingo enriquecido con rico chocolate a la taza.
Y quien no añora los gigantescos bocadillos de lo que fuera: chorizo, salchichón, tortilla, mantequilla de sabores, una onza de chocolate, etc…
Por todo esto, aún hay quien a día de hoy con los “grandes lujos” que todos tenemos, se queja de frío nada más despuntar el invierno
Y digo yo: ¿Qué quieren que haga en Navidad? Pues lo que toca: frío.


Esta receta de tarta de zanahoria difiere de las que circulan hoy en día por internet.
Las de antes eran más sencillas, con ingredientes comunes, para mi gusto las de ahora tienen demasiada azúcar; 
yo realmente le he hecho solo un pequeño cambio a la que tengo en mi cuaderno desde 1985/6.
Receta copiada de una revista de patrones en aquellos años (no recuerdo exactamente de cuál de ellas) que tanto usábamos quienes estábamos aprendiendo corte y confección y que nos enseñaban modernos diseños y también traían decoración y trucos, junto a varias recetas para las fiestas.
El pequeño cambio es porque en la receta original usaban mantequilla, buttermilk y azúcar rubia o mascabado.

Yo la adapté en su día para hacerla con aceite de oliva, nata cortada con zumo de limón y azúcar de caña integral y creo que fue un acierto, más ligera y sana.
Creo que la textura y el suave sabor la hacen una tarta ideal para cualquier fiesta, ya sea Navidad o para regalar en un cumpleaños.
En ésta ocasión, os traigo muy poquitas fotos, no sé si por despiste o qué, el álbum donde estaban las fotos de los ingredientes y del paso a paso desapareció por arte de magia antes de poder hacer copia, algo habré tocado en el teléfono que me ha desaparecido esto y casi todas las conversaciones de wasap. Ufff. Como es tan sencilla de hacer, el día que la repita volveré a sacarle fotos y os las pongo. PROMETIDO.

Ingredientes para el bizcocho de zanahoria:
-300g de zanahoria lavada y rallada
-200ml de aceite de oliva suave
-3 huevos
-120ml de nata de cocinar
-un chorrito de zumo de limón para cortar la nata y activar el bicarbonato
-125g de azúcar moreno integral.
-120g de harina de trigo integral
-150g de harina de fuerza.
-una pizca de sal.
-dos cucharaditas de bicarbonato o de levadura química tipo royal.
-una cucharadita de especias: una pizca de canela molida, una pizca de nuez moscada rallada y una pizca de jengibre rallado.
La tarta original no lleva relleno de frosting por el centro, solo un poco de queso batido por encima, por eso queda suave y nada empalagoso.
Ingredientes del frosting:
-200g de queso cremoso, puede ser requesón batido, mascarpone, o queso de untar, el que tengáis, pero a temperatura ambiente, no frío.
-una cucharadita de vainilla.
-zumo y ralladura de 1\2 limón.
-50/70g de azúcar glas molido (probar para que no quede muy dulce, dependiendo del queso que uséis y de lo acido del limón, necesitareis un poco más o menos de azúcar).


Como hacer:
Primero se echa el limón en la nata, se remueve un poco y se deja descansar unos 10 minutos para que se espese.
Precalentar el horno a 200º, calor arriba y abajo, sin aire.
Tamizar la harina de fuerza junto a las especias y el bicarbonato. Poner en un bol grande.
Añadir el azúcar integral, la harina integral, la sal y remover bien. Normalmente esta harina no se tamiza para no quitar el salvado natural del trigo y el azúcar moreno integral es más gordito y le cuesta pasar por un tamiz, igual que a la sal, por eso se añaden después, pero hay que mezclarlo todo muy bien antes de usar.
Batir los huevos bien, no hace falta montarlos, solo que estén bien batidos.
Se le añade poco a poco el aceite y la nata con el limón, mezclar todo muy bien con las varillas manuales.
Tendremos las zanahorias lavadas, pesadas y ralladas finamente en un plato, para añadir enseguida justo antes de meter al horno.
Engrasar con una servilleta y un poco de aceite un molde, en esta ocasión he usado uno cuadrado de 20cm, para 9 raciones muy generosas, jejeje, que está tan rico y no es nada pesado que bien se merece una buena porción.
Espolvorear bien de harina y si queréis, poner un poco de papel en la base para que no se pegue y luego sea fácil sacar del molde la tarta.
Cuando tengamos el horno caliente, unimos poco a poco los ingredientes secos con los húmedos.
Hay que mezclarlo bien, echar la zanahoria rallada y remover para que se reparta bien por toda la masa.

Enseguida se echa en el molde y se mete al horno, ya que empieza rápido a hacer reacción el bicarbonato con el ácido de la nata cortada.

Poner en el centro del horno, bajar la temperatura a 180º y hornear durante 40 minutos aproximadamente.

Cada un@ conoce su horno, así que a partir de los 35 minutos hay que vigilar que no se dore en exceso para que no se quede duro.
Pinchar con un palillo en el centro para comprobar que está hecho.
Se saca del horno y se pone sobre una rejilla 5 minutos.

En caliente, se coloca con molde y todo, boca abajo en la misma rejilla, hasta que se enfríe por completo.

El frosting se hace con el queso a temperatura ambiente, para que sea más fácil de mezclar.
Se ponen todos los ingredientes juntos en un bol y con ayuda de un tenedor se mezclan bien.
Desmoldar la tarta y disponer sobre la bandeja de servir.

Se extiende a placer por encima la crema de queso, decorar al gusto. Es sencilla pero exquisita.


Hay que dejarla en frío al menos unas horas antes de comer. 

Aguanta perfecta hasta 3 días, incluso está más rica con el paso de las horas.

Os aseguro que cuando la probéis, no vais a querer otra.

Buen Provecho. 
*Querida amiga Marisa. Esta es la entrada que te comenté hace días que aun viviendo en diferentes pueblos y con algunos años de diferencia, parece que estuviéramos juntas por los recuerdos, jejejej.
Por si no me da tiempo a poner otra receta antes de Navidad, Felices Fiestas para tod@s.

lunes, 2 de diciembre de 2019

Empanadillas de Manzana de Sor Teresa



Hola.
Hoy os traigo OTRA receta de dulce tradicional, ideal para cualquier época del año, aunque lo suyo es hacerlas en Semana Santa y Navidad: las empanadillas de manzana.

Aunque antes no había muchas personas con intolerancias “o no se conocían y se trataban como una indigestión” éste tipo de recetas son ideal para ell@s, ya que no llevan lácteos ni en la masa ni en el relleno, así que otra más que va a etiqueta de “sin lactosa”.


También son aptas para dietas sin huevo y grasas animales, Vegetarianos y Veganos.

Son “como muchos otros dulces de Sartén” dulces de pueblo (de los que se hacían en los hogares humildes, donde era muy raro tener un horno para elaborar otro tipo de recetas) 
para esos días festivos donde la tradición mandaba festejar por todo lo alto, 

Y quienes ya me conocéis, son este tipo de dulces los que más me apasionan, mis preferidos.



Normalmente se hacían cuando terminaba la semana santa, aunque también era normal hacerlas para regalar en un Bautizo o comunión, incluso para Navidad.


Hoy en día encontramos manzanas durante todo el año.                  

No hace ni cincuenta años, las manzanas junto a las naranjas, eran de esas "pocas frutas" que al natural se podían conservar guardadas en un lugar fresco y oscuro durante muchos meses, igual que con la calabaza.




Qué diferente a los nuevos tiempos donde prácticamente se pueden conseguir frutas y verduras durante todo el año, bien porque las conservan en atmósfera controlada, sin oxigeno, o las traen de otros países donde sea su mejor temporada.
Me asombra encontrar tomates en todas las estaciones, aunque sean de invernadero; también es fácil conseguir fruta de verano en pleno invierno, ya que las traen de otras latitudes donde es verano (ejemplo, Sudáfrica o Sudamérica)


Este postre es ideal porque hay muchas variedades distintas de manzanas, que van madurando a distinto ritmo, por eso los postres con manzana han sido siempre muy socorridos para muchas épocas diferentes del año y se elaboran en prácticamente todas las provincias, aunque son recetas Típicas del Norte de España, donde hay miles de manzanos para elaborar la deliciosa Sidra.



La receta es de las que me dio Carmela de su tía abuela "la monja Sor Teresa" y la he hecho infinidad de veces, pues son fáciles y rápidas y cunden bastante, con dos manzanas y un poco de harina tendremos postre para muchas personas.

*Para quienes habéis llegado a este blog hace poco, en ésta entrada os cuento todo sobre ésta monja y lo que tengo de su cuaderno de recetas: 



Aunque no contenga lactosa, es un postre que habría que tomar con moderación, ya que sí contiene azúcares refinados (y además es frito) a tener en cuenta por personas con diabetes.

Espero que os animéis a probarlas, son un dulce delicado y exquisito.


Ingredientes para el relleno:
-Dos manzanas grandes, tipo Golden*.Las he pesado por curiosidad y son 400g.
-una cucharada de harina fina (yo he usado de maíz tipo maicena, ya que se diluye fácilmente, pero sirve harina de repostería).
-una rama de canela al gusto
-50g de azúcar*.
-medio vasito de agua fría


Ingredientes para la masa:
-el zumo exprimido de una naranja.
-el mismo volumen del zumo de vino blanco.
-una pizca de sal.
-media cucharadita de bicarbonato o levadura química.
-harina normal (la que admita hasta conseguir una masa manejable que no se pegue a las manos) 
Para este volumen he usado aproximadamente 400g de harina.

Aparte:
-un poco de azúcar mezclada con una cucharada de harina en un plato, para pasarlas una vez fritas.


OBSERVACIONES
*la variedad de manzana será cualquiera que se tenga en la despensa (cuanto más dura y ácida, más tiempo de cocción y más azúcar precisaría el relleno).

*la receta original lleva un vaso de azúcar en el relleno; personalmente creo que con el dulzor natural de esta variedad de manzana Golden, es demasiado, por eso recomiendo solo 50g, claro, que esto es gusto personal, probar la compota y echar a vuestro gusto, pero lo suyo es que sepa a manzana, no a azúcar ;)

*También existe la opción de no poner azúcar, poner edulcorante, pero sigue siendo una receta frita, así que mucha precaución personas diabéticas.


Como hacer:
Empezaremos por el relleno para que dé tiempo a que se enfríe antes de usar. Se puede tener hecho con antelación.


Pelar y partir en rodajas pequeñas las manzanas, si lo hacéis igual que si picamos patata de tortilla, os va a llevar menos tiempo la cocción.

Se echan a la cazuela junto al azúcar y la rama de canela.

Se remueve un poco y se deja reposar 8/10 minutos, para que suelte sus jugos la manzana antes de cocinar.


Poner a fuego muy lento, remover a menudo hasta que esté blanda.


Para espesar un poco más el relleno, se disuelve la harina en el agua y se añade a la manzana, removiendo continuamente hasta que esté espeso, como si fuera una compota con trocitos.




Retirar del calor, quitar la rama de canela y echar sobre un plato grande para que enfríe antes.


Aquí podemos apreciar que según enfría, se va espesando aún más, así facilita luego el llenado de las empanadillas.




Ahora haremos la masa:

Exprimir la naranja y medir el mismo volumen que ha salido para el vino.

Mezclar y añadir varias cucharadas de harina.



Echamos la sal y el bicarbonato.

Mezclar enérgicamente para disolver los posibles grumos de la harina y vamos añadiendo poco a poco harina suficiente hasta conseguir que no se pegue en las manos, con precaución, para no pasarnos de harina y luego quede una masa dura. Tiene la textura de una masa de pan.


Yo en cuanto veo que se despega sola de las paredes del bol, la echo en la encimera.

Echar sobre la mesa y amasar bien hasta conseguir una masa estable, que no se aprecie la harina sin mezclar. Es fácil de amasar, no se pega en la encimera y es blanda al tacto.

Os llevará aproximadamente cinco minutos.


En este punto, lo mejor es formar un churro gordo con ella y envolver en plástico alimenticio para evitar que se reseque, o meter en una bolsa. 

Dejamos un rato reposar, normalmente se deja hasta que pierda la liga del amasado en frío, una media hora.

Cortar en porciones pequeñas, del tamaño de un huevo pequeño. 

Se van estirando sobre la encimera hasta formar el círculo de la empanadilla (no es necesario que sea un circulo perfecto, cuando las cerremos ya les damos la forma preferida).


Hay que ser generosos con el relleno “pero sin pasarse” porque se saldría en la fritura. Un par de cucharadas es suficiente.


Cerrar y repulgar para evitar que se salga la manzana. Podemos hacer un sellado sencillo con un tenedor.


Cuando se tienen todas rellenas, procedemos a calentar en una cazuela hasta los 160/170º un litro de aceite suave, puede ser oliva o girasol, lo que tengáis costumbre.


+Yo le pongo dentro un trozo de piel de naranja para aromatizar y a la vez saber cuándo está caliente (empieza a flotar la piel de naranja y se ven alrededor burbujitas, señal de que ya tiene temperatura suficiente para la fritura)


Es mejor freír de tres en tres, así tenemos espacio para darles la vuelta con una espumadera cuando se empiecen a dorar y no se rompan.


Escurrir el aceite de la fritura y en caliente, pasar por la mezcla de azúcar.


Listas, dejamos enfriar y a degustar. 


Aguantan en la despensa, metidas en una caja con papel seda, hasta máximo tres días.






Ummmm, que apetitosas son, y como no son muy dulces, nada pesadas de comer. 



Que aproveche.

sábado, 2 de noviembre de 2019

Delicias de Batata





Delicias de Batata

Estamos en otoño en España, una época donde se empiezan a encender los fuegos en los hogares.

Días más cortos y frescos. 
Apetece más meterse en la cocina y hoy os traigo una receta fácil, fácil de verdad.

Hoy en día, casi todas las casas disponen de calefacción. 
No hace mucho, para calentarse solo había “el hogar” de la cocina, una chimenea que se usaba por igual, para calentar como para cocinar al amor de la lumbre.

Ahí se ponían desde bien temprano los pucheros con agua para lavarse o hacer el café; los guisos de cuchara se hacían lentamente, con mimo y mucha paciencia; si se retiraban un poco las brasas, hacíamos unas ricas tostadas para tomar con aceite y empezar el día con energía; o poner una pequeña parrilla y asar un poco de panceta, o chorizo, etc; también asábamos en ellas patatas y boniatos, incluso pimientos. 

No sé qué tiene la lumbre, que todo sabe mucho mejor cuando se guisa en ella.

Hoy en día, se pagan verdaderas barbaridades, por un cocido hecho en la lumbre en puchero de barro, cuando no hace mucho, era la comida casi diaria de las familias humildes.

Hoy os traigo un ingrediente muy otoñal: la Batata, también llamada Boniato naranja.

Cuando llegan Los Santos, en casi todos los pueblos y en Madrid capital, siempre encontraremos quioscos donde comprar batatas asadas y castañas en los clásicos puestos de las castañeras. Aunque también es típico en Aragón y Cataluña.

Antes de la receta, os voy a contar un poco sobre las batatas, desconocidas por muchos, así os animo a incluirlas en vuestra cocina:

Es un rizoma dulce, de un color anaranjado, aunque se pueden encontrar de distintos tonos, incluso blancos o morados.

Hay recetas diferentes en las que el uso de la batata es el ingrediente principal, siendo muy versátil tanto en dulce cómo en elaboraciones saladas. 
Todos tienen en común el uso de la batata, la cual nos trajo Colón de Haití hace ya muchos siglos.

Por cierto: cómo curiosidad he leído que en Okinawa (Japón) es cotidiano el consumo de batatas a diario y presume de ser una de las ciudades “más longevas del mundo”…

En España “más en el sur por ser donde más se cultiva” es común en el recetario popular de dulces, menos su uso en la cocina salada, aunque tambien se consuma.

Os voy a dejar cómo ejemplo:
Los pastissos que se toman en Valencia por Navidad; 
El dulce de boniato en Murcia para el día de San Fulgencio; 
Las truchas de batata de Canarias, unas empanadillas dulces también navideñas; 
En las dos Castillas encontramos los pasteles de gloria, en los que el mazapán envuelve a la masa de batata; 
En Andalucía se consume por Navidad el Pan de Cádiz, elaboración similar a las glorias que incluye, además, dulce de yema de huevo; 
En Aragón y en Cataluña suele consumirse durante todo el otoño, pero sobre todo durante la festividad de la Castañada, que es fiesta popular el día de Todos los Santos y el 11 de noviembre, San Martín. 
Se toma asado como acompañamiento, por supuesto, de castañas asadas al fuego o al horno y de los típicos Empiñonados; 
También de los tradicionales Panellets en Cataluña; o como ingrediente base para la pasta de estos; 
En Galicia he probado una riquísima empanada tanto de calabaza cómo de batata con azúcar y canela que quita el sentío.

También tengo que decir que la batata es rica en carbohidratos y almidones “así que hay que consumirla con moderación, no todos los días” 
aunque también es una rica fuente de fibra, que ayudará a nuestro tránsito intestinal y un fuerte desintoxicante, ayudando a eliminar toxinas de nuestro organismo.

Pese a su dulzor, su carga glucémica una vez cocido o asado es de 7, lo que indica que la glucosa pasa lentamente a la sangre sin provocar subidas bruscas de insulina.                                                            
Tanto es así, que se recomienda consumir a menudo (siempre en cantidades moderadas y a ser posible solas o cómo acompañamiento de carnes a la plancha, sin ser ingrediente de ninguna receta de postres) en caso de diabetes.

El color anaranjado de la pulpa nos dice que es rico en provitamina A, en forma de betacaroteno (200 gramos cubren dos veces las necesidades diarias de esta vitamina) que es esencial para la piel, la salud visual y el desarrollo óseo.

También destaca su contenido en vitaminas C, B6, B5, B1 y B2.
Contiene altos índices de ácido fólico (B9) ideal para los primeros meses de embarazo y la lactancia.

En cuanto a minerales, sobresale su aporte de manganeso, potasio, cobre y hierro.

Las proteínas, aunque moderadas (1,7%) tienen un perfil de aminoácidos muy adecuado para su aprovechamiento y son ricas en uno de los llamados esenciales: la metionina, normalmente escaso en el reino vegetal.


Por todo ello, os recomiendo el consumo de batata “siempre acompañada de una dieta equilibrada” donde las frutas y verduras ocupen más del 50% de la ingesta diaria.

Esta receta que hoy os traigo, la llevo comiendo desde niña.

Ahora se encuentran galletas de todos tipos, sabores y tamaños; cuando yo era niña, había las clásicas María redondas y otras cuadradas, y nada más.

No sé si la elaboraba mi madre a menudo, por ser otra manera fácil de consumo para l@s niñ@s de éste tubérculo nutritivo y lleno de vitaminas, de fácil digestión para los más pequeños, o porque a ella le encantaban.
 
La verdad es que en mi casa, en cuanto empezaba el otoño, solíamos consumir la batata asada en las brasas de la lumbre, un verdadero manjar, os lo aseguro. 

También cocida cómo postre o para acompañar las carnes a la brasa.

Hoy os voy a enseñar las delicias de batata: dulces bocados que apasionan a tod@s l@s que lo han probado. 

Son ideales para hacer en cualquier fiesta o reunión ya que se hacen rápido y se pueden hacer con antelación, tanto en navidad como en semana santa.

Esta receta es ideal para personas con intolerancia a la lactosa (siempre que las galletas hojaldradas que compréis, estén elaboradas sin ella; yo llevo tiempo usando las hojaldradas del Mercadona, porque no contienen ni leche ni mantequilla) de este modo, estas delicias también son apta para vegetarian@s.

Si las hacemos con un almíbar sin azúcar y usamos galletas sin sal y sin azúcar, es un postre riquísimo para personas diabéticas, una ración, sin pasarse.

Ahora ya os traigo la sencilla y buenísima receta.

Ingredientes para unas 24 delicias de batata:
-2 paquetitos de Galletas tipo Hojaldradas.
-200g de batata cocida o asada con su piel.
-150g de azúcar y 150ml de agua para elaborar un almíbar ligero*, lo que se denomina TPT.
-150g de coco rallado deshidratado, del que venden en todos sitios.

*El almíbar, si queremos reducir calorías o estamos elaborando el postre para personas diabéticas, podremos hacerlo sin azúcar, como ya os enseñé en la entrada de las torrijas para diabéticos, que podéis ver aquí




Como hacer:
Lo primero vamos a asar las batatas en la lumbre hasta que al pincharlas se noten tiernas. 

Si no tenemos esa posibilidad, se pueden asar en el horno eléctrico a 180º durante 30/40 minutos, dependiendo mucho del tamaño de las batatas, cuantas más gordas, más tardan en estar blandas.

Otra opción es cocer las batatas muy bien lavadas en un cazo, cubiertas de agua unos 15 minutos, hasta que al pincharlas notemos que estén tiernas. Yo hoy he optado por hacerlas así.

Las dejamos enfriar escurridas sobre una rejilla.

Haremos un almíbar ligero* con el azúcar y el agua, cociendo al menos 5/7 minutos. Podéis infusionar con una piel de naranja o una rama de canela si os apetece. Dejar enfriar.

Una vez cocida la batata y escurrida, esperamos hasta que estén frías, se pela fácilmente y se pone en rodajas en un bol.



Aquí os pueden ayudar los niños en la elaboración.
Aplastaremos con un tenedor hasta conseguir una papilla espesa. 


Recomiendo hacerlo con un tenedor en vez de usar un batidor, ya que buscamos textura, no papilla.

Si veis necesario, podemos añadir una o dos cucharadas del almíbar reservado para facilitar la trituración y conseguir una pasta blanda, pero manejable. 


Os recomiendo hacerlo a mano, así no eliminamos la fibra natural de la batata, no se tarda nada.

Preparamos dos recipientes “bol, cuenco, taper o platos hondos” para poner el almíbar en uno y el coco rallado en el otro.

También es aconsejable preparar dos bandejas para ir depositando las galletas.

Ahora vamos a rellenar las galletas con una buena cucharada de batata y cubrimos con otra galleta, a modo de un sándwich. No seáis escasos, hay que poner una buena capa de relleno.


Las vamos dejando en una bandeja hasta gastar toda la batata.


Normalmente se gastan dos paquetitos completos de galletas para esta cantidad de batata cocida.

Cuando las tengamos todas rellenas, vamos echando poco a poco en el recipiente donde está el almíbar, para que absorba un poco la galleta. OJO, sin dejarlas dentro mucho tiempo porque si no quedarían muy blandas.

Yo suelo darle un par de vueltas y las saco. 

Ir pasando por el coco rallado, por todos lados, incluso los laterales del pastelito.



Se dejan en una bandeja reposar.



Si estáis en una casa con temperatura de más de 18º, es mejor dejar reposar dentro de la nevera durante dos o tres horas antes de comérselas. 
Para mí, están más ricas de un día para otro.


Son ideales para merendar, incluso para regalar metidas en una cajita.


Aguantan hasta 5 días en la nevera.
Yo suelo dejarlas un ratito a temperatura ambiente antes de comerlas, para que pierdan el frío del frigorífico, así se degustan mejor.


Espero que las probéis, a los niñ@s les encantan y si no lo ven, nunca adivinarían que están hechas.


Receta dedicada a mi madre, con todo mi amor.